Wednesday, January 19, 2011

La inspiración del poeta


Foto: Flamingo, Everglades National Park, Florida.

Hay vidas que inspiran lo más profundo del alma. Las de esas personas que en contra de todas las dificultades con que tropiezan, llegan a ser faros iluminando el camino del pensamiento y la creación humana, que sin obligar a nadie a nada se convierten en quienes queremos seguir, imitar en espíritu, cuando no en cuerpo presente.

Solo hasta hace muy poco fuí consciente que una de las más grandes figuras de las letras castellanas, Miguel Hernández, tuvo tan poco tiempo para contar todo aquello que escribió. Muy pocos años le bastaron para ser uno de los pilares de la poesía y la canción no solo española sino del ámbito hispano y universal.

Su educación escolar empezó a los nueve años. Edad tardía debido a la precaria situación de la familia y la que duraría escasos seis años, debido a lo mismo, pues su padre lo requería para trabajar en el cuidado de animales. No fue motivo para impedir que a sus quince años escribiera los primeros poemas en periódicos locales y que a los veintitrés publicara  su primer libro.

Su vida la acortaría aún más la guerra, a la que se vincula a los veintiseis y la prisión en la que lo arrojan a los veintinueve. Hechos que muy lejos de apartarlo de las letras, los aprovechara para inspirar sus más grandes obras, así como en años anteriores provocaran las muertes prematuras de su gran amigo Ramón y su primer hijo, Manuel Ramón.

Tan poco tiempo para hacer tanto y aún más llegar a ser inspiración para quienes pensamos de manera simple en que los seres humanos nos podemos humanizar; y férreamente creemos que las cosas pueden ser inmensamente mejores si tan solo las miramos sencillamente. Si tan solo perseguimos un sueño que tratamos de convertir en realidad.

En este campo
estuvo el mar.
Alguna vez volverá.
Si alguna vez una gota
roza este campo, este campo
siente el recuerdo del mar.
Alguna vez volverá.


Una fotografía.
Un cartón inexpresivo,
envuelto por los meses
en los rincones íntimos.

Un agua de distancia
quiero beber: gozar
un fondo de fantasma.

Un cartón me conmueve.
Un cartón me acompaña.



De: Vals de los enamorados y unidos hasta siempre. Miguel Hernández.


El único límite en la vida es la voluntad misma del hombre, ya que en todos reside, en algún rincón del corazón, esa fortaleza del espíritu que permite emprender el vuelo hacia lugares desconocidos y que, una vez que lo decidamos, nos va a permitir realizar los sueños más audaces, aquellos que parecen imposibles, aquellos que valen la pena vivirlos despierto, esos que harán que nuestras vidas hayan valido la pena, siguiendo el camino de quienes nos inspiraron en un momento; o abriendo aquel de quienes nos van a inspirar en un futuro.


Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en los ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que en el alma, al oírte,
bata el espacio.



De: Nanas de la cebolla. Miguel Hernández.

Ver la Foto: http://www.flickr.com/photos/23817399@N08/5370956624/

Fotografía de German Murillo © Todos los derechos reservados

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