Tuesday, December 13, 2011

Seres de Sangre

Foto: "Beings of Blood"
Copyright © German Murillo 2011



Hechos de mi país no dejan de sorprender. Y no de buena manera, no. Lo sucedido el 26 de Noviembre de 2011 en las selvas de Colombia, en donde cuatro personas secuestradas por 12, 13 y 14 años fueron asesinadas por quienes las mantenían cautivas tiene que hacer reflexionar y debería hacer actuar a quienes quieren vivir en un país mejor, quienes son la mayoría, inmensa mayoría. Pero es una mayoría que no actua, no porque no quiera sino porque no sabe qué hacer, país sin líderes. Asesinados después de 12, 13 o 14 años. Muertos, terminados, arrebatados a la vida. En el impulso de un momento decidir terminar la vida de una persona que tiene un pasado, que posee una historia, que tiene cualidades y aptitudes, una persona que tenía lazos en la vida; pero no los lazos que lo mantenían atado en un acto cobarde de doblegación por desventaja, qué gran acto de valentía controlar la situación cuando se es el único que tiene en la mano un fusil; lazos en la vida que lo unían a personas que hicieron su vida al lado de ellos, a personas que los vieron nacer, a personas que ellos engendraron y que  nunca vieron crecer.

Trato de imaginar cuánto tiempo es catorce años atado de un árbol. De lo que sea. Atado. Y no, no lo consigo, ni siquiera quiero tratar con más fuerza. Mi fortaleza no me alcanza a tan solo imaginar lo inmensamente largos que puedan ser esos años sin libertad para moverme. Los momentos pasados, los años idos, la injusticia de actos crueles y cobardes, la abominación de tomarse el derecho de comandar vidas ajenas, la enajenación de mentes pestilentes convenciéndose a sí mismas que tienen el derecho y la razón para cometer actos contra la vida, la ignorancia que lleva a muchos a dejarse manejar por pocos, la humillación propia al sentirse manipulado. Años, meses, semanas, dias, horas. Cada minuto ido que se convierte en sangre derramándose sobre el reloj vital de familias separadas, alimentadas con odio, revestidas de rencor, sintiéndose inútiles ante descomunal barbarie.

La especie está en un descenso incomparable. Mejor aún (o mejor, peor aún), solo comparable con la barbarie de épocas oscuras de la historia conocida, escaladas de pueblos bárbaros arrasando poblados enteros; construcción de recintos destinados a rociar personas con ácido cianhídrico exterminando sin distingo familias enteras; persecución de hombres de ciencia en el medioevo, de personas negras en el siglo diecinueve o genocidios donde hermanos aniquilan hermanos en innumerables guerras civiles del siglo XX.

La especie humana se viene abajo, se estrella contra el mundo en el que habita, ya no basta con golpear al planeta que soporta la vida sino que también se acaba con la vida. Unos pocos manejando los destinos de muchos. Unos cuantos decidiendo acabar con todo. Y el resto mirando, haciendo marchas y contando muertes.

Será esperar a que aparezca un líder que nos indique lo que podemos hacer para tratar de componer nuestras sociedades o, será mejor, tomar conciencia propia y en definitiva actuar para cambiar nuestro mundo, nuestro micro mundo en el que nos movemos cada uno, sólo con cambiar eso, estaremos haciendo un gran cambio. Nada conseguimos saliendo a marchar por las calles con carteles en la mano para ser captados por las cámaras del noticiero derrochando el tiempo, las horas preciosas, los días y los años que tenemos para trabajar, para crear, para vivir. Las horas que cuatro personas asesinadas ya no tienen, las horas que para ellos volaron hacia la nada y nada podemos hacer. 

Fotografía de German Murillo. Todos los derechos reservados.